Sin apenas desconectar del viaje a EE.UU., mi hijo y yo, nos embarcamos en una nueva aventura; esta vez por el noreste de Europa. La idea era recorrer Eslovaquia, pero, los vuelos desde Biarritz nos llevaban por Viena. Así que, aunque yo conocía algo de la capital austriaca, quise que la conociese mi hijo e hicimos una parada de un par de días en ella. Después, traslado a Bratislava donde alquilamos un coche para recorrer, sobre todo, la parte norte de Eslovaquia. Luego, para la vuelta, decidí entrar por Budapest para que la conociese también Iosu y cerramos el círculo en Viena para el vuelo de regreso. Una aventura entre las emociones de los parques de atracciones y la sobriedad de los pueblos medievales y los castillos de Eslovaquia. Un equilibrio que salió bastante bien y un viaje en el que, de nuevo, hicimos muchas risas y se confirmó el buen feeling entre padre e hijo.